Al contrario que los bancos, las compañías de inversión como IG están obligadas a separar el dinero de los clientes de sus propios recursos. Esto significa que no podemos utilizarlo en el transcurso de nuestra actividad y que el dinero del cliente está completamente protegido en el hipotético caso de que IG se declare insolvente.
IG está autorizada y regulada en la República Federal Alemana por la Bundesanstalt für Finanzdienstleistungsaufsicht (BaFIN) y el Deutsche Bundesbank, y en España por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La BaFIN impone requisitos regulatorios muy estrictos, que rigen con precisión qué podemos hacer y cómo debemos hacerlo.
Los únicos clientes cuyo dinero se gestiona por una vía diferente son los clientes profesionales (como por ejemplo otras compañías financieras), o contrapartes elegidas que previamente han firmado un documento legal que explica el tratamiento que se dará a su dinero (esto se conoce como «transferencia de titularidad»).