Acciones Preferentes y Ordinarias: La guía definitiva para inversores inteligentes
Descubre qué son las acciones preferentes y ordinarias, sus diferencias, ventajas y cuál se adapta mejor a tu perfil de inversor. Guía clara y completa.

Introducción: entendiendo el universo accionario
En el mundo de la inversión en bolsa, no todas las acciones son iguales. Aunque muchos inversores principiantes creen que una acción es simplemente “una parte de una empresa”, lo cierto es que existen diferentes tipos de acciones, y cada una ofrece derechos, riesgos y beneficios distintos. Las dos grandes familias que conviene conocer —y entender a fondo— son las acciones ordinarias y las acciones preferentes.
Como analista bursátil y periodista económico, he tenido la oportunidad de analizar decenas de casos donde la elección entre una y otra ha supuesto la diferencia entre una cartera sólida y una inversión fallida. Y, como inversor experimentado, puedo decir con total convicción: entender bien esta diferencia es un paso crucial para cualquier estrategia financiera seria.
En este artículo te voy a explicar, con claridad y profundidad, qué caracteriza a cada tipo de acción, cuándo conviene una u otra, cómo afectan al control y a los dividendos, y qué papel juegan en la estructura financiera de una empresa.
También vamos a incorporar ejemplos reales, casos que he analizado a lo largo de mi carrera y fragmentos del video del experto Sergio Ávila, quien resume este dilema a la perfección:
“Algunas acciones te dan poder de decisión; otras, ingresos más estables… pero ninguna es perfecta. ¿Cuál es la mejor para ti?”
Esa es la pregunta clave. Vamos a por la respuesta.
¿Qué son las acciones ordinarias?
Las acciones ordinarias —también conocidas como acciones comunes— son el tipo más habitual de participación que se emite cuando una empresa sale al mercado bursátil. Al comprar una acción ordinaria, el inversor adquiere una parte proporcional de propiedad de esa empresa. Pero más allá de esta porción simbólica, lo que realmente importa son los derechos y oportunidades que conlleva.
Derechos del accionista ordinario
1. Derecho a voto:
Esta es la característica más representativa de una acción ordinaria. El accionista tiene voz en decisiones estratégicas clave: elección del consejo de administración, fusiones, cambios de estatutos, entre otros. Cada acción equivale normalmente a un voto, lo que significa que cuanto mayor sea tu participación, más poder de influencia tendrás.
2. Participación en beneficios:
Los titulares de acciones ordinarias pueden recibir dividendos si la empresa decide repartirlos. Pero —y esto es importante— no están garantizados. El reparto dependerá de la política de dividendos, los resultados del ejercicio y las decisiones del consejo directivo.
3. Derecho a la información:
Los accionistas tienen derecho a recibir informes financieros periódicos, participar en juntas de accionistas y solicitar información relevante para evaluar el estado de la empresa.
4. Derecho preferente de suscripción:
En caso de que la empresa emita nuevas acciones, los actuales accionistas pueden tener prioridad para comprarlas, evitando diluir su participación.
5. Derecho residual en caso de liquidación:
Si la empresa quiebra, los accionistas ordinarios son los últimos en recibir dinero. Primero se paga a los acreedores, luego a los accionistas preferentes, y lo que quede (si queda) va para los ordinarios.
Ejemplo práctico
Sergio Ávila lo explica con una analogía muy visual:
“Imagina que una empresa es como una pizza entera. Comprar una acción es como adquirir una porción de esa pizza. Es decir, te conviertes en propietario de una parte de la empresa”.
Pero no todas las porciones te permiten decidir sobre los ingredientes o participar en las ganancias del reparto por igual. Las acciones ordinarias sí te dan voz y voto, pero también te dejan en la cola en caso de que la fiesta termine mal.
Ventajas de las acciones ordinarias
- Posibilidad de obtener altas rentabilidades si la empresa crece y el valor de la acción se aprecia.
- Derecho a participar en las decisiones estratégicas.
- Potencial de recibir dividendos crecientes si la empresa mejora sus beneficios año a año.
Desventajas
- Mayor riesgo en caso de insolvencia de la empresa.
- Dividendos no garantizados.
- Volatilidad: el precio de las acciones ordinarias puede fluctuar considerablemente, especialmente en sectores cíclicos.
¿Qué son las acciones preferentes?
Las acciones preferentes representan un tipo de participación que prioriza ingresos estables sobre poder de decisión. Son muy utilizadas por empresas que buscan financiamiento sin ceder control accionario, y por inversores que prefieren ingresos fijos por encima de la participación en decisiones estratégicas.
Como inversor profesional, muchas veces he recomendado este tipo de instrumento para perfiles conservadores, especialmente en contextos de baja volatilidad o carteras que buscan estabilidad en los flujos.
Principales características
1. Sin derecho a voto:
A diferencia de las ordinarias, las acciones preferentes no otorgan derecho de participación en decisiones corporativas. Como dice Sergio Ávila:
“Es como ser un espectador sin poder influir en las decisiones”.
2. Dividendos fijos y prioritarios:
Este es su gran atractivo. Las acciones preferentes reciben dividendos antes que los ordinarios, y generalmente son de monto fijo, lo cual ofrece una fuente de ingreso más estable y predecible.
3. Prioridad en caso de liquidación:
En caso de quiebra o disolución, los accionistas preferentes reciben antes que los ordinarios, aunque después de los acreedores.
4. Convertibilidad:
Algunas acciones preferentes pueden convertirse en ordinarias en ciertas condiciones, lo cual añade una dimensión de flexibilidad interesante.
5. Carácter híbrido:
Se consideran instrumentos financieros híbridos porque combinan características de acciones y bonos: otorgan rentabilidad fija como un bono, pero representan propiedad como una acción.
Ejemplo ilustrativo
Siguiendo con el estilo del video de Sergio Ávila:
“María invierte en acciones preferentes de una empresa de servicios públicos porque busca ingresos estables sin preocuparse por las decisiones de la empresa”.
Este tipo de inversión es ideal para quienes buscan rendimientos estables, sin seguir de cerca la política de la compañía ni involucrarse en juntas de accionistas.
Ventajas de las acciones preferentes
Ingresos más estables por sus dividendos fijos.
Menor volatilidad que las acciones ordinarias.
Prioridad en pagos en caso de crisis o liquidación.
Posible convertibilidad en acciones ordinarias (en algunos casos).
Desventajas
No otorgan derecho a voto.
Ganancias limitadas: no se benefician directamente de la subida del precio de la acción como las ordinarias.
Menor liquidez en ciertos mercados.
Perfecto, eliminamos la tabla y desarrollamos todo en formato texto. Vamos allá con la sección completa reescrita y la siguiente del tirón.
Diferencias clave entre acciones preferentes y ordinarias
Aunque ambas representan una participación dentro de una empresa, las acciones ordinarias y las preferentes responden a lógicas completamente distintas. En la práctica, he visto a muchos inversores cometer errores por no comprender estos matices: invertir en acciones ordinarias esperando ingresos estables, o adquirir preferentes creyendo que tendrían voz en las decisiones. La clave está en entender qué ofrece cada una.
Poder de decisión: ¿quieres tener voz?
Las acciones ordinarias te otorgan derechos políticos. Esto significa que tienes derecho a voto en las asambleas de accionistas. Puedes participar en decisiones importantes como la elección de directivos, fusiones, adquisiciones o cambios en los estatutos de la empresa.
Por el contrario, las acciones preferentes no otorgan derecho a voto. Estás invirtiendo como quien alquila una casa bien ubicada: no puedes decidir sobre reformas o decoración, pero cobras un alquiler fijo todos los meses.
Si para ti es importante influir en la dirección de la empresa, o formas parte de un fondo que busca control estratégico, las acciones ordinarias son la única vía.
Ingresos: estabilidad vs. potencial
Aquí reside una de las diferencias más importantes.
Las acciones preferentes están diseñadas para ofrecer ingresos estables. Pagan dividendos con frecuencia, de importe fijo y con prioridad frente a los accionistas ordinarios. Incluso si la empresa tiene un mal año y decide recortar dividendos, las preferentes tienen preferencia en el reparto.
Las acciones ordinarias, en cambio, pueden darte más si todo va bien… o dejarte con las manos vacías si no. Los dividendos no están garantizados, y en muchos casos no se reparten, especialmente en empresas jóvenes o tecnológicas que reinvierten beneficios.
Riesgo en caso de quiebra: orden de pagos
En situaciones de crisis o liquidación, los accionistas ordinarios son los últimos en la fila. Primero cobran los acreedores (bancos, proveedores, empleados), después los accionistas preferentes, y por último —si queda algo— los ordinarios. Esto convierte a las preferentes en una herramienta útil para minimizar el impacto en escenarios adversos.
Rentabilidad potencial: ¿cuánto puedes ganar?
Las acciones ordinarias tienen mayor volatilidad, sí, pero también mayor potencial de revalorización. Si has invertido en una empresa con fuerte crecimiento, el valor de tus acciones puede duplicarse o más en pocos años. Además, si se reparten dividendos, pueden crecer de forma proporcional a las ganancias.
Las acciones preferentes ofrecen un rendimiento más predecible, pero limitado. Están diseñadas para quienes priorizan la estabilidad de flujos de caja sobre el crecimiento del capital.
Tipo de inversor: ¿a quién le conviene cada una?
Aquí es donde debes hacer introspección. ¿Eres un inversor que busca participar activamente en las decisiones, asumir más riesgo a cambio de mayor potencial? Entonces las acciones ordinarias son tu opción natural.
¿Prefieres una renta fija periódica, menor exposición al riesgo y más seguridad? Las preferentes están hechas para ti.
Como dijo Sergio Ávila en su explicación,
“Juan compra acciones ordinarias porque cree que la empresa crecerá mucho y quiere parte de las decisiones. María, en cambio, prefiere acciones preferentes porque busca ingresos estables sin preocuparse por la dirección de la empresa.”
Ambos perfiles son válidos. Lo importante es saber cuál es el tuyo.
¿Qué tipo de acción es mejor para cada perfil de inversor?
Esta es probablemente la pregunta más repetida entre mis clientes en consultorías privadas o formación financiera: ¿Qué me conviene más? La respuesta, aunque muchos quieren una fórmula mágica, siempre empieza igual: depende de tu perfil, tus objetivos y tu horizonte temporal.
Perfil conservador
Si eres un inversor que prioriza la preservación de capital, y buscas ingresos estables, las acciones preferentes son una opción muy adecuada. Suelen atraer a perfiles más senior, fondos de pensiones, inversores institucionales con mandatos conservadores o individuos que viven de los ingresos de su cartera.
Aquí prima la estabilidad: recibir una rentabilidad fija cada año sin sobresaltos. Eso sí, debes asumir que renuncias a influir en la estrategia de la empresa y que tus ganancias estarán limitadas.
Perfil agresivo o de crecimiento
Si tu objetivo es hacer crecer tu patrimonio, multiplicar tu inversión a lo largo de los años y estás dispuesto a asumir volatilidad, las acciones ordinarias tienen más sentido. Su potencial de revalorización es mucho mayor y, si la empresa funciona bien, los dividendos pueden ir creciendo con el tiempo.
Este perfil suele estar más cómodo en mercados emergentes, sectores innovadores o compañías tecnológicas. La prioridad no es cobrar cada trimestre, sino generar plusvalías a medio-largo plazo.
Perfil mixto o equilibrado
En muchas carteras diversificadas —y esto es algo que personalmente aplico en mis propias estrategias— convive una mezcla inteligente de ambos tipos. Las acciones ordinarias aportan crecimiento; las preferentes, estabilidad. Esta combinación permite amortiguar caídas en mercados bajistas y aprovechar subidas en los alcistas.
Por ejemplo, es común en fondos de inversión incorporar un 15-30% de acciones preferentes de empresas utilities o financieras, y el resto en ordinarias de empresas con alto potencial. Es una forma de construir una cartera “todo terreno”.
Perfecto. Vamos con las secciones dedicadas a profundizar en los pros y contras de cada tipo de acción, abordando cada punto con detalle, ejemplos y perspectiva técnica.
Ventajas y desventajas de las acciones preferentes
Las acciones preferentes se comportan como una pieza intermedia entre la renta fija y la renta variable. Son ideales para inversores que buscan una combinación de estabilidad y participación empresarial sin necesidad de involucrarse en la gestión. Ahora bien, como cualquier instrumento financiero, tienen puntos fuertes y también limitaciones claras.
Ventajas
1. Dividendos fijos y regulares
Este es, sin duda, el mayor atractivo de las acciones preferentes. A diferencia de las ordinarias, cuyos dividendos dependen del rendimiento de la empresa y de la voluntad del consejo directivo, las preferentes ofrecen pagos regulares preestablecidos.
He trabajado con muchos inversores senior o institucionales que valoran enormemente esta previsibilidad. Saber que vas a cobrar un X% anual, llueva o truene, aporta una tranquilidad que pocos instrumentos del mercado de renta variable pueden ofrecer.
2. Prioridad en el reparto de beneficios
En el orden de prelación, los accionistas preferentes cobran antes que los ordinarios. Esto se traduce en una mayor seguridad para los ingresos pasivos. Incluso si la empresa atraviesa un mal año, tiene la obligación de saldar los pagos a los preferentistas antes de repartir cualquier dividendo a los ordinarios.
3. Menor volatilidad
Como no cotizan con la misma intensidad especulativa que las ordinarias, y su rentabilidad está ligada al dividendo más que al precio de mercado, las acciones preferentes tienden a moverse menos violentamente. Esto las convierte en un buen estabilizador de cartera en tiempos de alta incertidumbre.
4. Cierta protección en caso de quiebra
Aunque no tienen la misma seguridad que un bono, en caso de liquidación de la empresa, los preferentistas cobran antes que los accionistas comunes. Este colchón adicional reduce el riesgo total de pérdida frente a otros instrumentos de renta variable.
Desventajas
1. Sin derecho a voto
Esto puede ser irrelevante para muchos inversores minoristas, pero desde una perspectiva estratégica, no tener ningún poder de decisión puede ser un gran inconveniente. Estás invirtiendo tu dinero, pero no puedes influir en la dirección que toma la empresa.
En mi experiencia, esto ha sido un punto de conflicto en compañías con malas prácticas de gobierno corporativo: los preferentistas veían decisiones dañinas sin tener herramientas para detenerlas.
2. Rentabilidad limitada
Las acciones preferentes no se benefician directamente del crecimiento de la empresa. Por muy bien que le vaya a la compañía, tú seguirás cobrando el dividendo pactado. Es decir, renuncias al upside.
Esto puede ser frustrante si la acción se dispara y tú no participas de esa subida. Es el precio a pagar por la estabilidad.
3. Liquidez reducida
En muchos casos, las acciones preferentes no tienen tanta liquidez como las ordinarias. No se negocian en grandes volúmenes, y eso puede hacer que venderlas —en especial en momentos de estrés de mercado— no sea tan sencillo como parece.
4. Posibles suspensiones de dividendo
Aunque sean prioritarios, los dividendos de las acciones preferentes no están blindados al 100%. Si la empresa entra en crisis severa, puede suspender el pago (temporal o indefinidamente). Algunas emisiones lo contemplan legalmente. Es poco habitual, pero sucede.
Ventajas y desventajas de las acciones ordinarias
Las acciones ordinarias son la base del mercado bursátil. Son dinámicas, con potencial de crecimiento elevado y con peso real en las decisiones empresariales. Pero como todo instrumento de alto rendimiento potencial, vienen con un nivel de riesgo considerable.
Ventajas
1. Derecho a voto y participación real
El accionista ordinario tiene voz y voto. Esto, en una empresa bien gestionada y en crecimiento, puede representar un valor estratégico enorme. He visto casos donde accionistas minoritarios organizados han bloqueado decisiones perjudiciales, o donde fondos han logrado cambios de CEO para mejorar el rumbo de la empresa.
Tener acciones ordinarias no es solo una inversión: es tener una silla en la sala donde se toman las decisiones.
2. Potencial de valorización a largo plazo
Este es, probablemente, su mayor atractivo: si has invertido bien, el precio de tu acción puede multiplicarse con el tiempo. Sectores como tecnología, biotecnología o energía renovable han dado rentabilidades superiores al 200% o incluso 1.000% en menos de una década.
El crecimiento del valor de la empresa se refleja directamente en el valor de tus acciones. Y si hay dividendos, se suman como premio adicional.
3. Acceso a dividendos crecientes
Aunque no garantizados, muchos grandes valores reparten dividendos crecientes. Empresas como Apple, Microsoft o Coca-Cola llevan décadas incrementando año tras año los pagos a sus accionistas ordinarios.
Si eliges compañías de calidad con buena salud financiera, puedes construir una fuente de ingresos en crecimiento.
4. Alta liquidez
Las acciones ordinarias de grandes compañías cotizadas tienen una liquidez excelente. Puedes entrar y salir con facilidad, lo cual permite ajustar tu cartera rápidamente ante cambios del mercado o necesidades personales.
Desventajas
1. Riesgo más alto en caso de crisis
En una quiebra, los accionistas ordinarios son los últimos en cobrar. Si los activos no alcanzan para pagar a todos los acreedores y preferentistas, tú te quedas sin nada. Esto convierte a la acción ordinaria en una inversión de alto riesgo en contextos inestables.
2. Dividendos no garantizados
El hecho de que puedas recibir dividendos no significa que lo hagas. Las empresas pueden decidir suspenderlos o recortarlos si lo consideran necesario. Si contabas con ellos como ingreso, puedes llevarte una desagradable sorpresa.
3. Volatilidad elevada
Las acciones ordinarias son sensibles al entorno macroeconómico, al sentimiento del mercado y a cualquier noticia que afecte a la empresa. Eso las hace propensas a movimientos bruscos que pueden generar pérdidas (o ganancias) muy rápidas.
Perfecto, vamos con la siguiente sección: ejemplos reales y contexto de uso en el mercado financiero. Aquí entra en juego la visión analítica que aporta tu experiencia como profesional del sector.
Casos reales de uso en bolsa y emisión de acciones preferentes
Comprender cómo las empresas utilizan cada tipo de acción en situaciones reales nos ayuda a ver más allá de la teoría. En mi trabajo como analista bursátil he seguido de cerca decenas de emisiones y operaciones corporativas en las que las acciones ordinarias y preferentes han jugado un papel estratégico muy distinto.
Veamos cómo se utilizan en la práctica.
Acciones preferentes: financiación sin diluir el control
Las acciones preferentes son una herramienta ideal para empresas que necesitan capital, pero no quieren ceder poder de decisión. Es decir, quieren captar fondos sin “invitar” a nuevos accionistas al juego del voto.
Un ejemplo claro fue Bank of America durante la crisis financiera de 2008. Para reforzar su balance y mantener solvencia, emitió acciones preferentes por valor de miles de millones de dólares. Estas fueron adquiridas, entre otros, por el Tesoro de EE. UU. y el fondo Berkshire Hathaway de Warren Buffett.
Buffett recibió acciones preferentes con un dividendo del 6% anual, además de opciones para comprar acciones ordinarias a un precio fijo. Fue una jugada maestra: rentabilidad fija y participación futura en la revalorización.
En España, entidades financieras como La Caixa o Banco Santander también han emitido acciones preferentes para cumplir con exigencias de capital, sobre todo en periodos de incertidumbre.
Sin embargo, hay que decirlo: en algunos casos, como ocurrió en España en la década de 2010, ciertas emisiones de preferentes se comercializaron a minoristas sin el conocimiento suficiente, generando pérdidas y escándalos. Fue un ejemplo claro de mala praxis, no del instrumento en sí.
Acciones ordinarias: expansión, control y participación
Las acciones ordinarias suelen utilizarse para captar capital de crecimiento o para ampliar la base de accionistas.
Por ejemplo, cuando Tesla realiza una ampliación de capital, lo hace ofreciendo acciones ordinarias. El objetivo es financiar nuevas fábricas, investigación, expansión internacional… y, al mismo tiempo, reforzar su estructura sin aumentar su deuda.
Otro caso es el de Amazon, que durante años no repartió dividendos, pero ofrecía a sus accionistas una revalorización brutal a través de sus acciones ordinarias. Si compraste Amazon en 2005, tu rentabilidad acumulada hasta 2020 habría sido superior al 2.000%.
En muchos procesos de salida a bolsa (IPOs), como el de Airbnb o Stripe, se emiten exclusivamente acciones ordinarias para captar el entusiasmo del mercado y permitir que los inversores se suban al crecimiento desde el inicio.
Combinación estratégica: ambos tipos en el mismo balance
Hay empresas que optan por una estructura mixta. Emisión de acciones ordinarias para atraer capital participativo y emisión de acciones preferentes para captar inversores institucionales que buscan rentas estables.
Esto permite equilibrar control, solvencia y atractivo en el mercado.
Por ejemplo, Ford Motor Company mantiene desde hace años ambos tipos en circulación. Sus acciones preferentes ofrecen dividendos estables, mientras que las ordinarias cotizan libremente y otorgan derecho a voto.
Lecciones para el inversor
Las acciones preferentes se utilizan como herramienta de estabilidad. Son atractivas en periodos de tipos bajos o cuando la deuda tradicional es demasiado cara.
Las acciones ordinarias son perfectas para compañías en crecimiento, startups o empresas disruptivas que buscan expansión con el apoyo del mercado.
Como inversor, ver qué tipo de acción está emitiendo una empresa te da pistas claras sobre sus prioridades financieras, su estado interno y su estrategia a futuro.
Perfecto, seguimos avanzando con la siguiente sección, enfocada en el análisis bursátil de acciones preferentes y ordinarias. Aquí aplicamos visión técnica y criterios concretos para evaluar este tipo de activos.
Acciones preferentes y ordinarias en el análisis bursátil
A la hora de analizar una acción —ya sea para invertir, valorar una empresa o construir una cartera— no basta con saber si es preferente u ordinaria. Hay que entender cómo se comporta financieramente, qué representa en el balance y cómo afecta a los indicadores clave.
Como analista bursátil, este es un punto crítico: la elección de un tipo de acción u otro altera la percepción del riesgo, la rentabilidad esperada y la estrategia de diversificación.
1. Cómo analizar una acción ordinaria
Las acciones ordinarias están directamente ligadas a los beneficios netos de la empresa y su evolución a futuro. Por tanto, el análisis se centra en variables como:
Beneficio por acción (BPA o EPS)
Uno de los indicadores estrella. Nos dice cuánto gana la empresa por cada acción en circulación. Cuanto más alto y más constante sea, mejor. En las ordinarias, este número afecta directamente al precio.
PER (Price/Earnings Ratio)
Relación entre el precio de la acción y sus beneficios. Un PER muy alto puede indicar sobrevaloración, o bien expectativas de crecimiento. En empresas growth, este ratio suele estar disparado, pero justificado por su potencial.
Rendimiento por dividendo
En acciones ordinarias, si hay dividendos, este ratio nos dice qué rentabilidad obtenemos respecto al precio pagado. Las empresas maduras suelen mantenerlo constante; las más jóvenes, nulo o variable.
ROE (Return on Equity)
Rentabilidad sobre el capital. Es clave, ya que mide cuánto beneficio genera la empresa con los fondos propios (donde están los accionistas ordinarios).
Volatilidad histórica y beta
Las acciones ordinarias suelen tener betas superiores a 1, lo que indica que son más volátiles que el mercado en general. Esto puede ser atractivo o peligroso, según tu perfil de riesgo.
2. Cómo analizar una acción preferente
Las acciones preferentes se analizan más como instrumentos de renta fija, por lo que su análisis se parece más al de un bono:
Tasa de dividendo fija
Este es el primer dato a comprobar. ¿Cuánto paga la preferente al año? ¿Es acumulativo o no? ¿Está condicionado a beneficios? Una preferente con un 6-7% garantizado puede ser muy atractiva si el emisor es solvente.
Riesgo de impago
Es fundamental revisar el nivel de deuda de la empresa, su flujo de caja operativo y su histórico de pago de dividendos. A diferencia de las ordinarias, donde el impago de dividendos es habitual, en las preferentes es una señal de alarma.
Prioridad en liquidación
La preferente tiene preferencia sobre la ordinaria en caso de quiebra, pero siempre debajo de la deuda senior. Por eso es clave revisar la posición de la preferente dentro de la estructura de capital.
Convertibilidad
Algunas acciones preferentes incluyen una cláusula de conversión. Esto puede ser una ventaja estratégica si crees que el precio de la acción ordinaria subirá a futuro.
Liquidez y mercado secundario
Muchos inversores se olvidan de esto. Una preferente con un gran dividendo, pero poca liquidez, puede ser un problema si necesitas vender rápido. Es clave verificar en qué mercado cotiza y qué volumen se negocia.
3. ¿Cómo impactan en los ratios financieros?
Desde el punto de vista del análisis fundamental, las acciones preferentes alteran el cálculo de algunos ratios clásicos, como:
ROE: El beneficio neto que se usa para calcularlo no incluye los pagos a preferentes, por lo que una empresa con muchas acciones preferentes puede tener un ROE artificialmente alto.
Apalancamiento: Las preferentes no son deuda, pero muchas veces se tratan como “semi-deuda” en modelos avanzados, porque representan una obligación de pago periódica.
Earnings per Share (EPS): Las preferentes reducen el beneficio disponible para los accionistas ordinarios, afectando al EPS y al precio potencial.
4. Lectura entre líneas: señales a vigilar
Si una empresa emite preferentes de forma masiva, puede ser una señal de que necesita liquidez pero no quiere endeudarse más ni perder control.
Si una preferente deja de pagar dividendos, y esa suspensión no es acumulativa, el inversor pierde esos ingresos para siempre. Hay que revisar muy bien el folleto de emisión.
Si una empresa recompra sus preferentes, puede ser una señal positiva (fortaleza) o negativa (reestructuración).
En resumen: las acciones ordinarias se analizan como equity puro, y las preferentes como un híbrido entre equity y deuda. Ambos requieren enfoques distintos y aportan valor diferente a la estrategia de inversión.
¿Dónde encajan en una estrategia de inversión sólida?
Llegados a este punto, ya hemos dejado algo claro: ni las acciones ordinarias ni las preferentes son mejores en términos absolutos. Cada una tiene sus propias fortalezas, limitaciones y un lugar específico dentro de una estrategia de inversión bien pensada.
La clave está en alinear el tipo de acción con:
- Tus objetivos financieros
- Tu perfil de riesgo
- Tu horizonte temporal
- La composición total de tu cartera
Acciones ordinarias: crecimiento, control y riesgo
Son ideales para aquellos inversores que buscan participar del crecimiento de una empresa a largo plazo, que aceptan cierta volatilidad como parte del juego, y que quieren tener poder de voto o participar en el proceso de toma de decisiones corporativas.
Personalmente, en mis años como analista y como inversor, he visto cómo una buena selección de acciones ordinarias —basada en análisis fundamental sólido y visión sectorial— puede multiplicar el patrimonio de forma espectacular.
Pero también he visto el otro lado: inversores que, buscando esa rentabilidad, ignoraron el riesgo real y terminaron con pérdidas notables. Por eso, la acción ordinaria debe ser comprendida, no solo comprada.
Acciones preferentes: estabilidad, ingresos y estructura
Por su parte, las preferentes tienen todo el sentido en carteras que buscan equilibrio, ingresos periódicos o cobertura frente a la volatilidad. Son una herramienta valiosa en épocas de incertidumbre, cuando los mercados castigan incluso a empresas con buenos fundamentales.
En más de una ocasión he recomendado incluir acciones preferentes en carteras de jubilación, fondos conservadores o planes de generación de ingresos. La tranquilidad que ofrecen a cambio de renunciar al “pico de rentabilidad” puede ser la decisión más inteligente para ciertos perfiles.
Eso sí: como siempre en finanzas, el diablo está en los detalles. No todas las preferentes son iguales. Leer bien el folleto de emisión, entender las cláusulas de convertibilidad, suspensión de pagos o acumulación es esencial para evitar sorpresas.
¿Qué hago yo como profesional?
Te comparto mi enfoque personal:
En mi cartera, combino ambos tipos de acciones. Utilizo acciones ordinarias para captar el valor a largo plazo de empresas que considero estratégicas —sobre todo en tecnología, salud, energía— y complementos en preferentes de empresas financieras o de servicios básicos con dividendos estables.
Esa mezcla me permite equilibrar rentabilidad con seguridad, y ajustar el peso de cada tipo según el ciclo económico.
- Si quieres participar en el gobierno de la empresa, buscas crecimiento y estás cómodo con la volatilidad: acciones ordinarias.
- Si prefieres ingresos estables, menor riesgo y te importa menos el control: acciones preferentes.
- ¿Ambos? Entonces estás pensando como un inversor estratégico.
Y recuerda siempre esta frase del video de Sergio Ávila que resume la esencia del dilema:
“La diferencia clave radica en los derechos y beneficios que ofrecen: control frente a estabilidad.”
Como inversor, tu tarea es definir qué valoras más en tu estrategia. Lo importante no es elegir la acción perfecta, sino la que mejor se adapte a tu perfil y objetivos.
¿Quieres construir una cartera inteligente? Empieza por entender bien cada pieza.
Y en ese tablero, las acciones ordinarias y preferentes son dos fichas distintas, pero igual de valiosas si sabes cómo y cuándo jugarlas.
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