Los objetivos principales de la OPEP son «coordinar y unificar las políticas en torno al petróleo de los países miembros y asegurar la estabilidad de los mercados de crudo con el fin de garantizar una oferta de petróleo eficiente, económica y estable a los consumidores, un ingreso seguro para los productores y un rendimiento del capital justo para los inversores».

Aunque la misión de la OPEP pueda sonar desinteresada, en realidad es un monopolio. Actúa para fijar precios, maximizar los beneficios y limitar la competencia entre sus miembros. A menudo ha sido acusada de realizar prácticas anticompetitivas, como la especulación a través de la limitación de la oferta y la creación deliberada de superávits de crudo con el objetivo de bajar los precios y perjudicar a los competidores (por ejemplo, a los productores norteamericanos de petróleo de esquisto).

A menudo, la política también se encuentra involucrada. Por ejemplo, en 1973, los países miembros votaron a favor de restringir la producción en países que, a su juicio, estaban apoyando a Israel en la Guerra de Yom Kipur. Los precios mundiales pasaron de 3 $ el barril en octubre de 1973 a 12 $ el barril en marzo de 1974.

No obstante, las reuniones de la OPEP también pueden acabar en punto muerto si los participantes no son capaces de llegar a un acuerdo sobre los nuevos volúmenes de producción. Llegar a un consenso no es sencillo, ya que los países miembros suelen intentar maximizar sus propios niveles de producción y limitar los de otros países. Este problema puede verse a veces agravado por tensiones políticas externas entre países. También pueden surgir fricciones entre miembros si algún país supera la cuota previamente acordada, ya que esto puede reducir los precios percibidos por todo el grupo.