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Coronavirus. ¿La tormenta ya ha terminado o no ha hecho más que comenzar? ¿Es momento de hacer una cartera de acciones?

Una de las preguntas habituales que me hacen esta semana amigos y conocidos es si creo que es momento o no de generar una cartera de acciones

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Me extraña mucho la pregunta que me hacen algunos amigos en estos momentos, porque muchos de quienes hoy me lo preguntan han estado impasibles, sin invertir lo más mínimo en los mercados cuando hemos tenido una gran tranquilidad y una tendencia alcista claramente definida.

Con las caídas de la semana pasada y las que hemos tenido esta también, sobre todo con el lunes negro, ha entrado interés en “comprar barato porque ha caído mucho”.

En cualquier otra situación anterior del mercado en la que hubiésemos tenido caídas similares, no me habría temblado el pulso y hubiese dicho que sí, que las fuertes caídas son ciertamente oportunidades de compra en valores que estén en tendencia alcista, que estén cerca de soportes y con el riesgo claramente definido (no mayor de un 1 o un 2% del total de nuestra cartera).

Pero esta situación actual me parece que es diferente, ya que la velocidad de la caída que hemos tenido no es habitual, hemos visto al VIX superar el nivel de 50 (para ser más exactos, 53,2 puntos en el vencimiento de marzo) por encima de niveles que hemos tenido en anteriores crisis y eso no me da confianza.

Puede ser que me equivoque y que pierda oportunidades de entrar en estas caídas, pero para nada está claro el devenir de los mercados ni de la economía mundial, o por lo menos, yo no lo tengo claro.

Creo que la gente aún tiene ciertas dudas y piensa que el coronavirus es una simple gripe que se va a solucionar en cuatro días, porque hoy vemos que China parece estar consiguiendo paralizar la epidemia.

Se le está dando una importancia realmente menor de la que tiene, en primer lugar, porque es un virus que se contagia mucho más que la gripe, para el que no hay vacuna y ni siquiera tratamiento específico. Y aunque no lo queramos ver, para evitar que los casos crezcan de forma exponencial hay que paralizar literalmente la actividad económica y, tarde o temprano, se terminará haciendo en todos y cada uno de los países donde se comiencen a ver casos.

En China, desde que tuvieron 500 casos confirmados en Wuhan, justo antes del Año Nuevo Chino, ya cerraron la ciudad por completo. Se cerraron oficinas, fábricas, colegios, universidades, el aeropuerto, las carreteras y las estaciones de trenes. Es cierto que Wuhan es una ciudad de más de 10 millones de habitantes, mientras que aquí en Madrid somos más de 4 millones, y podríamos pensar que es más fácil que el número de casos crezca en una ciudad con más del doble de habitantes. Sin embargo, no tiene por qué ser así: las medidas de control del Gobierno chino jamás las vamos a ver en Europa ni en EE. UU., y me parece que en ambas zonas geográficas se van a multiplicar el número de casos.

Los ciudadanos chinos han tenido que reportar cada día a dónde se habían desplazado, con quién habían estado y cuáles eran sus síntomas, todo ello a través de un formulario que han rellenado por una aplicación del teléfono móvil.

A la mínima duda que el Gobierno chino ha tenido sobre un individuo, a la mínima que se ha intuido que podía haber tenido algún contacto con algún afectado, le ponían en rojo y le obligaban a permanecer en cuarentena.

El Gobierno chino ha tenido todo el control de la gente en todo momento y han sabido si una persona ha podido tener contacto con alguien que tuviese los síntomas. La gente no se ha movido de las ciudades afectadas en muchos casos, por miedo a que a la vuelta les pusieran 14 días en cuarentena en sus casas. Los restaurantes, discotecas y todos los lugares en los que pudiese haber algún contacto entre personas han estado cerrados y, los que han estado abiertos, han tenido que tomar medidas para mantener unas distancias importantes entre las personas.

Dos veces al día, los habitantes de Wuhan se han tenido que tomar la temperatura, y si la policía veía que tenían más de 37,3 grados, mandaban a la gente a su casa para pasar la cuarentena. Hemos visto cómo a muchos les han tapiado las puertas de su casa para que no pudieran salir de ellas. Las urgencias se han colapsado, hasta el punto de construir de manera urgente hospitales nuevos.

Esta paralización de la vida en estas zonas de China se estima que de momento ha supuesto unas pérdidas de casi 196.000 millones de dólares, según el periódico South China Morning Post.

A pesar de todas estas medidas, China tiene en estos momentos 80.778 casos de coronavirus confirmados, de los cuales se han recuperado 61.475 y han fallecido 3.158 personas.

Inicialmente, se pensaba que el impacto económico sería únicamente en China y que esto tendría fácil solución, que tras un trimestre de caída de actividad todo se iba a recuperar en “V”, y parece evidente que eso no va a ser así.

En Europa, tenemos ya 10.149 casos en Italia con 1.004 recuperados y 631 fallecidos, 168 más que ayer. En Francia son 1.784 casos, 12 recuperados y 33 muertos. En Alemania, 1.565 casos, 18 recuperados y dos muertos y aquí, en España, tenemos ahora más de 1.695 casos confirmados (464 más que ayer), 135 curados y 36 fallecidos, con 101 personas en la UCI.

Los casos en Europa ya son más del 13% del total de los casos mundiales y esto va a ir en aumento. La población mayor de 70 años que tenemos aquí es mucho mayor que la china en términos proporcionales, por lo que de no concienciarnos todos como población y tomar las medidas de cuarentena, el resultado podría ser trágico.

Además, pensamos que solo afecta a gente de avanzada edad y quizás nos estemos equivocando, ya que en China ha muerto también gente joven sin patologías previas. Gente a la que le haga falta una UCI puede quedarse sin ella.

Me sorprendió el lunes que Donald Trump dijese en Twitter que si la gripe mata a mucha gente en EE. UU. cada año, esto es lo mismo y, por lo tanto, no va a paralizar la economía. Evidentemente, dijo esto mirando a las elecciones de noviembre, pero ayer ya se empezaron a tomar medidas en Nueva York, y no me cabe la menor duda de que se extenderán a otras ciudades y estados. Trump sabe que su reelección depende del devenir de la economía y de los mercados, pero mucho me temo que, o pone medidas claras, o el impacto económico también se va a notar en su economía. Por lo tanto, si aumenta el miedo en EE. UU., es muy probable que se vuelvan a imponer las ventas en los mercados en algún momento dado con virulencia.

El gobierno de Trump decepcionó ayer al no dar detalles sobre su plan de contingencia para paliar el impacto del coronavirus. Todos los inversores están muy pendientes de las medidas que se toman a nivel global, después de que la Fed bajase los tipos de interés por sorpresa 50 puntos básicos y la Reserva Federal de Australia los bajase 25 pb el día 3 de marzo. El día siguiente bajó los tipos 50 puntos básicos el Banco de Canadá y el Banco de Inglaterra ha hecho lo mismo en el día de hoy, con la vista puesta mañana en el Banco Central Europeo.

A nivel de Gobierno, se esperaba que Trump anunciase ayer medidas para ayudar a la industria hotelera y a las aerolíneas y se llevasen a cabo rebajas en los impuestos de los trabajadores.

Todo ello en medio de un brote de coronavirus que sigue creciendo en EE. UU. y supera ya los 1.000 casos y 31 fallecidos, a medida que sigue aumentando el miedo a una recesión.

La pregunta que muchos inversores se hacen es si estas medidas serán suficientes para paliar una crisis sanitaria que, de momento, no tiene fecha de caducidad, y si servirán para conseguir que no se entre en una crisis económica a nivel global.

Ayer veíamos cómo el Instituto IFO en Alemania indicaba que era probable que la economía germana entrase en recesión por el coronavirus, y se espera también que puedan hacer lo mismo países como Italia o Francia.

Hemos visto la primera quiebra de una aerolínea la semana pasada con la caída de las reservas de vuelos, y las hoteleras también están sufriendo claramente en bolsa.

Luego, por otro lado, tenemos las desavenencias entre Arabia Saudí y Rusia en cuanto a la producción del petróleo. La caída en los precios del petróleo es un beneficio para los consumidores, sí, pero por otro lado, es un lastre para los productores y para los bancos que los financian.

Si no llegan a un acuerdo, por mucho que digan, Rusia puede salir más perjudicada que ninguno, dado que el 30% de su PIB viene de la industria del petróleo y del gas, mientras que en EE. UU. esta industria representa el 8% del PIB. Aun así, un 8% del PIB no es ninguna tontería, si le sumamos el efecto que puede causar el coronavirus en la economía americana, que al final es la que tira de los mercados.

Ojalá no sea así, todo se solucione rápidamente y seamos capaces de contener el virus, lleguen a un acuerdo los productores de petróleo y ojalá que las medidas fiscales y monetarias que se introduzcan a nivel global sirvan para paliar los efectos negativos que dejará el coronavirus, pero hay muchos factores encima de la mesa que no hemos tenido en otras correcciones fuertes.

Es cierto que, de momento, no podemos calcular cuál va a ser el coste que suponga el coronavirus, porque no sabemos hasta dónde y hasta cuándo estará la pandemia entre nosotros.

Tenemos a muchos de los grandes valores de EE. UU. en mínimos de las últimas 52 semanas (lo cual no suele ser muy positivo) y algunos perdiendo soportes de corto plazo. A pesar de que el Nasdaq sigue siendo el más fuerte de todos los índices, veo que puede empezar a tener dificultades.

Estamos viendo que los intentos de la bolsa por rebotar se quedan solo en eso, en intentos. La volatilidad vuelve a repuntar y no hay visos, de momento, de que se vaya a reducir. Los rebotes son fuertes en porcentaje cuando se producen, pero la pregunta es si serán suficientemente sostenibles en el tiempo como para crear cartera, o si volveremos a ver fuertes caídas que pudieran hacer saltar nuestros stops. La ratio de rentabilidad potencial frente al riesgo no es en estos momentos la más adecuada.

Por este motivo, mi percepción es que hay que estar en liquidez en el mercado de acciones en la medida de lo posible si no se está ya dentro, sobre todo si nuestra estrategia de inversión es a corto y medio plazo y, aunque corramos el riesgo de perdernos una subida, estaremos también cubiertos ante eventuales desplomes.

Para inversiones de largo plazo, quizás lo más inteligente sea esperar una estabilización en los mercados y cerciorarnos de que la tendencia seguirá siendo alcista, incluso si ello se traduce en tener que comprar a precios superiores de los actuales.

Evidentemente, el mercado está perfecto para hacer trading: volatilidad intradiaria y grandes movimientos cada día que permiten buscar rentabilidades sin tener una exposición continuada en el mercado, para lo que se pueden utilizar los turbos24 y las barrera, que nos permiten tener el riesgo totalmente limitado.

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