May salva otro match ball y se aferra al cargo, ¿qué pasará ahora con el Brexit?

• La opción de que se solicite una extensión del Artículo 50 para tratar de sentar de nuevo a Bruselas a la mesa de negociación cobra fuerza.
• La apuesta por un no acuerdo sería el peor escenario posible para la mayoría de las fuerzas políticas británicas.
• May busca una postura más consensuada con la oposición para defenderla en Bruselas.
• La Unión Europea no accederá a modificar el acuerdo si el Reino Unido no revisa sus líneas rojas.

Los acontecimientos se precipitan de forma frenética en el Parlamento británico en las últimas horas, pero, en esencia, el panorama apenas ha cambiado un ápice respecto a la situación en la que nos encontrábamos hace unas semanas.

En la noche de ayer, Theresa May lograba resarcirse del estrepitoso rechazo que sus señorías dieron al acuerdo de salida negociado por el equipo de la primera ministra con sus homólogos de Bruselas, que fue despreciado con un total de 432 votos en contra y solo 202 apoyos.

Nada más conocer el doloroso resultado de la votación, la mayor derrota de un líder del Gobierno en la historia parlamentaria moderna del Reino Unido, el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, lanzaba una moción de confianza sobre el Gobierno en un movimiento que el mercado nunca llegó a creer que fuera a salir adelante.

Finalmente, los inversores estaban en lo cierto y la primera ministra May volvió a salir airosa de una moción de confianza sobre su gestión (la segunda de los últimos meses si tenemos en cuenta la realizada en el seno de su propio partido), aunque por un estrecho margen de tan solo 19 votos de diferencia.

May presentará el lunes su Plan B para el Brexit

Superado este nuevo escollo, la líder del Ejecutivo británico comenzó en la misma noche de ayer una ronda de reuniones con los líderes del resto de partidos de cara a ir perfilando el Plan B que deberá presentar a sus señorías de la Cámara de los Comunes el próximo lunes por mandato del propio Parlamento.

A falta de conocer la nueva propuesta que presente May a comienzos de la próxima semana, básicamente las opciones británicas en estos momentos se reducen a una salida sin acuerdo, el planteamiento de un nuevo referéndum o tratar de obtener un nuevo entendimiento con Bruselas, cosa para la cual se necesite la ampliación de la fecha oficial de divorcio entre ambas partes, prevista para el próximo 29 de marzo.

Tres posibles desenlaces para el Brexit

De estas tres posibilidades, la primera y la que más inquieta al mercado, el no acuerdo, es rechazada de plano por la totalidad del Partido Laborista y por muchos miembros del partido conservador. De hecho, Corbyn rechazó de plano abordar conversación alguna con May hasta tener la certeza de que la opción de un no acuerdo era eliminada completamente del tapete.

Por su parte, la segunda opción, la convocatoria de un nuevo referéndum sobre el Brexit, contaría con el apoyo de los nacionalistas escoceses y tal vez con un buen número de diputados del Partido Laborista, pero siempre ha sido rechazada de plano por Theresa May, al alegar, que, en democracia, las votaciones de los ciudadanos son vinculantes y llamar a un segundo plebiscito sería desvirtuar los principios fundamentales de un sistema democrático.

Ante este panorama, la opción de la negociación parece la opción más factible ahora, y con las reuniones con los partidos de la oposición, May trata de buscar primero un acuerdo a nivel interno que defender en Bruselas, en lugar de un acuerdo con Bruselas que defender en Londres.

Bruselas no negociará si Londres no modifica sus líneas rojas

Sin embargo, para conseguir volver a sentar a la mesa de negociación a sus contrapartes comunitarias, el Reino Unido tendrá que plantearse una modificación sustancial de lo que hasta la fecha consideraba líneas rojas.

Como ya han advertido diferentes líderes de la Unión, e incluso ha recordado hoy el propio Michel Barnier, persona designada por la UE para llevar a cabo las negociaciones, el acuerdo actual se ha hecho contando con unas líneas rojas defendidas por Londres, si estas prioridades cambiasen, también lo haría la posición comunitaria.

Así las cosas, la proximidad del próximo 29 de marzo hace también ganar enteros a la idea de que el Reino Unido propondrá tarde o temprano un aplazamiento de la fecha de salida, habida cuenta de que solo se dispone de un margen muy estrecho de tiempo para tratar de negociar en menos de dos meses lo que se ha estado hablando sin éxito durante dos años.

Además, una vez alcanzado un hipotético nuevo acuerdo, el documento resultante tendría que obtener el posterior visto bueno a través de los cauces normativos de ambas partes, lo que suele ser un proceso bastante farragoso, como está comprobando Teresa May en las últimas semanas.